lunes, 12 de diciembre de 2011

Optimismo, empleabilidad y actividad emprendedora

Ya sé que la situación actual no invita precisamente a hablar de optimismo.

Tenemos datos más que suficientes para sentirnos enormemente desencantados con el modo en el que hemos hecho evolucionar nuestra sociedad: personas que han dedicado la mayor parte de su vida a trabajar se quedan fuera cuando paradójicamente ahora trabajaban mejor, eran más productivos, tenían más formación; jóvenes enormemente preparados y con una gran motivación e ilusión son incapaces de acceder a un mercado laboral que les da la espalda y que, por ende, les imposibilita comenzar una vida soportada en sus propios recursos económicos; por si fuera poco hemos tejido tal red de intereses e interrelaciones que no sabemos a quién pedirle cuentas de tanto desastre. No cabe duda, además, que el futuro próximo no pinta bien.


Pero iba a elaborar sobre el optimismo y no me resisto a hacerlo.

Desde los años 50 se sabe que el razonamiento humano no sigue estrictamente los principios de la lógica formal (Newell y Simon). Más bien nuestro razonamiento está guiado por diferentes atajos que nos permiten lidiar con éxito con la gran cantidad de estimulación a la que nos enfrentamos diariamente. En este contexto el optimismo, entre otras variables psicológicas, nos invita a leer la realidad de una determinada forma (no necesariamente lógica). Decimos que las personas optimistas son aquellas que tienen la firme creencia de que le ocurrirán eventos positivos en lugar de negativos. Hay quien en el campo de los negocios habla incluso del Optimismo Económico para aludir a la tendencia de las personas a considerar como muy probable la expansión y el crecimiento de sus negocios.
Un importante cuerpo de investigación demuestra que altos niveles de optimismo están relacionados con beneficios para la salud y, también, con un buen funcionamiento de las organizaciones en las que los optimistas trabajan. Sin embargo no todo son luces, también está bien documentado que un exceso de optimismo puede llevar a tomar decisiones erróneas cuando no se realiza un mínimo análisis riguroso de la información disponible para la toma de decisiones.
Pongámoslo en relación con la actividad emprendedora y la búsqueda de ofertas de empleo.

Hoy en día hemos de considerarnos todos, independientemente de que trabajemos por cuenta ajena o por cuenta propia, como unos emprendedores. Es una buena noticia: somos los responsables de nuestra ocupación. Y sinceramente creo que es independiente que sea para desarrollar nuestro propio negocio o para emplearnos por cuenta ajena.
Pues bien, cuando uno analiza las características de los emprendedores con éxito, se da cuenta de que el optimismo está entre uno de sus rasgos psicológicos. También una cierta tendencia a asumir riesgos y, cómo no, una fuerte confianza en sus propias capacidades.
Es decir, conseguir trabajo, iniciar un negocio, requiere por nuestra parte:

  • Autoconfianza. Estar convencidos de que tenemos recursos personales y habilidades para abordar la situación. Y no digo que tengamos que ser buenos en todo. No, pero si valorarnos y saber que si somos deficitarios en algo existen recursos a nuestro alcance (para la mejora personal y profesional) para potenciar nuestras habilidades y desarrollar otras nuevas. 
  • Asumir algunos riesgos. Hay que lanzarse. Podemos pensar que puede suceder algo que no está bajo nuestro modelo ideal, pero que no pasa nada. ¿Trasladarme de residencia? ¿Trabajar en algo que no es exactamente lo que busco? Por ejemplo, ahora mismo sabemos que se necesita empleo en banca o que hay mucho trabajo en sanidad. ¿Por qué no ser activo y enfocarnos hacia estos sectores?  
  • Optimismo. Ninguna de las otras dos cuestiones será fácil sin una buena dosis de optimismo. Por tanto pensemos que es posible. Piensa que de tus decisiones, tomadas inteligentemente, se derivarán consecuencias positivas. Si no, es posible que no te lances. Y que, por tanto, no consigas aquello que estás buscando. No menos precies el optimismo (que de tanto hablar de él parece que va perdiendo su valor) y preocúpate de desarrollarlo en ti.

Ya lo dice Luis Rojas Marcos "aprender a sentir y pensar en positivo es, con seguridad, una inversión rentable".